Microquimerismo maternal: en qué consiste este proceso de intercambio de células entre la madre y el bebé

Los estudios se han centrado en madres de niños varones, ya que es más fácil detectar células con el cromosoma Y en cuerpos femeninos que diferenciar células XX

A lo largo de un embarazo, la madre o gestante y el bebé comparten nutrientes y hormonas. Además, intercambian oxígeno a través de la placenta, la cual actúa como un filtro protector que ayuda a evitar sustancias dañinas. También se produce la transferencia de anticuerpos de la madre al bebé, proporcionándole inmunidad pasiva durante los primeros meses de vida.

Por otra parte, se da un intercambio de células. Este fenómeno, descubierto en la década de 1990 y conocido como microquimerismo maternal, o fetal, consiste en la presencia de células del feto en el organismo de la madre, y viceversa, que pueden persistir durante años o incluso décadas después del parto. Los estudios se han enfocado en madres de niños varones para facilitar la detección de células con el cromosoma Y en cuerpos femeninos, en lugar de tener que distinguir entre células XX.

Qué es el microquimerismo maternal

El término microquimerismo hace referencia a las quimeras, unos seres mitológicos que tenían partes de diferentes animales, como el cuerpo de león, la cabeza de cabra y la cola de dragón. En biología, las quimeras son organismos que tienen tejidos genéticamente distintos, con dos ADN, procedentes de individuos diferentes. El microquimerismo, por tanto, es la presencia de un pequeño número de células de un individuo en otro, que son diferentes genéticamente a las células del huésped.

El microquimerismo maternal o fetal es el tipo más común en humanos, y se produce cuando las células del feto atraviesan la placenta y se establecen en diversos tejidos y órganos de la madre, y a su vez las células de la madre también recorren el mismo camino hacia el feto. Este intercambio bidireccional de células comienza alrededor de la sexta o séptima semana de gestación, y se da sobre todo durante el primer trimestre, aunque puede continuar hasta el final del embarazo.

Del mismo modo, la madre también puede transmitir sus células al feto, que pueden alojarse en su sangre, su hígado, su bazo o su timo, entre otros tejidos. Estas células maternas pueden influir en el desarrollo y la función del sistema inmunitario del bebé, así como en su susceptibilidad a ciertas enfermedades.

Efectos del microquimerismo en la salud

El microquimerismo maternal es un fenómeno natural que puede tener efectos positivos o negativos en la salud de la madre y el bebé, dependiendo de varios factores, como el tipo, la cantidad, la localización y la función de las células intercambiadas, así como el contexto genético e inmunológico de ambos.

Por un lado, el microquimerismo maternal puede tener un papel beneficioso en la reparación de tejidos dañados o enfermos, tanto en la madre como en el bebé. Se ha demostrado que las células fetales pueden migrar al corazón de la madre y contribuir a la regeneración del músculo cardíaco tras un infarto. También se ha observado que las células maternas pueden participar en la reparación del hígado, el cerebro o la piel del bebé. Además, el microquimerismo maternal puede favorecer la tolerancia inmunitaria entre la madre y el feto, evitando el rechazo del embarazo.

Incluso se plantea la posibilidad de que el feto pueda influir en la madre desde su interior, según un estudio publicado en la revista Bioessays. En dicha investigación se sugiere que las células fetales podrían producir sustancias químicas que afectan los procesos biológicos de la madre.

Pero el microquimerismo maternal también puede tener efectos negativos. Algunas investigaciones han demostrado que el sistema inmunitario de ciertas mujeres reacciona a estas células como si fueran invasoras, lo que podría estar relacionado con el desarrollo de enfermedades autoinmunes. Estas enfermedades son más frecuentes en la madre que en el feto. Además, se ha sugerido que el microquimerismo podría estar asociado con ciertos tipos de cáncer, a pesar de que en general actúa como un factor protector contra esta enfermedad.

Es importante resaltar que el intercambio de células no requiere que el embarazo llegue a término; incluso en mujeres que han sufrido un aborto, se han encontrado células con un ADN diferente, que coincide con el del feto.

Fuente: 20minutos.es

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